miércoles, 30 de octubre de 2013

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario


 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 19, 1-10
 
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía porque era de bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban
diciendo:
--Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor.
--Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
Jesús contestó:
--Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Palabra del Señor



COMO ZAQUEO, SEÑOR

En la noche oscura de mi alma
haz que nunca me falte un árbol donde remontarme
Una rama donde agarrarme
Un tronco donde apoyarme para que, 
cuando pases,
aunque, por mi cobardía, no te diga nada
Tú, Señor, me digas… ¡en tu casa quiero yo hospedarme!


 
No pases de largo, Jesús mío.
Que son muchos los tropiezos
los que de saltar para llegarme hasta tu encuentro
Que son incontables los intereses y, a veces las personas,
que me impiden darme el abrazo contigo













 

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